Entre espejos.: julio 2010

A tu memoria, gordo...

Ella te da su amor, tú duermes con dudas. Ahora ves que la costumbre no es lo que aparenta ser. Es tan sincera, contraria a mis defectos, pero sigo siendo la mala que no dejas de querer. Y aunque yo no sea una cinderella, soy tu amor y tu dilema, y al igual que en las novelas, soy la malvada... Con una virtud. Ella no entiende el procedimiento, cuándo y cómo darte un beso. Yo en cambio encuentro el punto débil, que te elevas en exceso. Ni siquiera se imagina de ese pacto misterioso, con tu alma y tu cerebro. Tendrías que volver a nacer, para ver si en otra vida te enamoras de ella. No tiene la táctica adecuada para arrancarme de tu pecho. Que me pregunte cómo te conquisté. Que anote mis trucos en papel. No bastan los modales y ser fiel. Si tú deliras por está, que te eriza la piel...

Se aferra el corazón a lo perdido, los ojos que no ven miran mejor. Cantar es disparar contra el olvido, vivir sin ti es dormir en la estación. Que el maquillaje no apague tu risa, que el equipaje no lastre tus alas. Que el calendario no venga con prisas, que el diccionario detenga las balas. Y que no te vayas un febrero, detrás de aquella bandada azabache hacia el pinar. Quiero ser también dueña del cielo pero es preciso, que me enseñes a volar. Hazte sol cercano en la distancia, hazte en el recuerdo un leño, y quémate en mi interior. No quiero tener más noches frías, ni poder tan solo en sueños, despertarme junto a vos...

Tú sigues aquí. Sin ti. Conmigo. ¿Quién está contigo? Si nisiquiera estás tú. Le canto una canción a la nada, y me burlo de la melancolía. Realmente no estoy tan sola… Solo tú que estás conmigo, y no te fuiste contigo. Si cargaste con el cuerpo, pero no con el recuerdo. Y el recuerdo está conmigo... Pero soy cobarde y no tengo más remedio que jugarme el pellejo por tus labios doble filo. No rindo exámenes de conciencia, siempre supe de qué estábamos hablando. No juegues así conmigo, que soy simple.

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy, hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.

Me hiciste señales que debía entender, como aquel gesto nuevo, de arreglarte el pelo. Miraste como quien mira llover, un instante antes de levantar vuelo. Volviste a tu cauce de estrella fugaz, con tu punto de fuga en el cielo. Creo que ya estabas flotando... Quizás, un instante antes de levantar vuelo. Ya te mojabas en otro deshielo, un instante antes de levantar vuelo. Ni todas las líneas del Ecuador, ni el temor y sus muchos anzuelos. Todo argumento perdía valor, un instante antes de levantar vuelo. El río cambia y cambia la sed, lo habías leído en tu anhelo. Estaba ya escrito mucho antes de el instante antes de levantar vuelo. Ya me mirabas desde otro cielo, un instante antes de levantar vuelo.

Entre espejos.

miércoles, 14 de julio de 2010

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